Este escrito busca reflexionar en torno a la virtual ausencia de la improvisación en estilo en el actual quehacer de la interpretación. Por medio de una revisión histórico-crítica, se interroga su práctica en contextos cortesanos y eclesiásticos, y su posterior declive, asociado a un cambio ontológico del oficio musical. A partir de dicha coyuntura y sus alcances, y tomando como elemento central de discusión la idea de obra-texto, se plantea la ausencia de “la improvisación y sus valores” como cristalización de una subyacente crisis dentro del actual sistema de formación y desempeño de los músicos profesionales, y se propone un cuestionamiento del intérprete como una figura problemática, afectada por diversas (in)competencias musicales.